martes, 16 de septiembre de 2008

De porqué los Nombres tienen importancia.


-¿Te llamas?
-Kimihiro Watanuki
-Que se escribe igual que "1 de Abril" en caracteres chinos...¿Cuando es tu cumpleaños?
-Pues...el 1 de Abril.
-¿Siempre les das estos datos a los desconocidos así como así?
-¡Pero si me lo ha pedido usted!
-Si le dices a alguien tu nombre, puede controlar tu alma. Si le dices el día en que naciste, puede controlar tu vida y tu destino.

XXXHOLIC

Mi nombre. Tu nombre. Su nombre. ¿Realmente tienen importancia? ¿Es nuestro nombre una casualidad aleatoria, un producto de la ruleta rusa que es este mundo, o es una marca que nos define y condiciona, como un estigma en nuestra frente?
En este último caso podríamos preguntarnos entonces, ¿mi vida sería diferente con otro nombre?, o lo que es más importante y aterrador, con otro nombre ¿sería yo alguien diferente, una persona nueva?
En este mundo abigarrado de nomenclaturas, de denominaciones donde conceptualizamos cada uno de los procesos que existen a nuestro alrededor, donde damos nombre a todas las ideas, sentimientos, sensaciones y realidades que conocemos, creando trampolines que nos permitan movernos en nuestros estrambóticos razonamientos, podríamos existir como entes si no tuviéramos un nombre que nos definiera? ¿O dejaríamos de existir en la mente de los demás (y por tanto dejaríamos de existir en la realidad que conocemos) al no tener éstos una referencia sobre nosotros, un parámetro de ubicación al que recurrir para situarnos? ¿Nos convertiría eso en una sombra, en algo que "no es"? ¿es nuestro nombre una cadena a la realidad?

Nuestro nombre nos define en el imaginario de los otros, nos permite la entrada al universo particular de los demás, nos da un rol, nos caracteriza, nos ubica y nos condiciona, al condicionar a los demás en la forma que tienen para relacionarse con nosotros; curiosamente no es lo mismo llamarse Juan que Demetrio, ni el nombre de María provoca a todos la misma impresión (aquí podríamos entrar en argumentos teológicos, pero de momento, no lo haremos).
Para mayor complejidad diré que ya no sólo nos condiciona nuestro nombre, este es, el que tuvieron a bien ponernos nuestros cándidos padres, los cuales tuvieron la genial ocurrencia de etiquetarnos a partir de un "me sonaba bien", "era el más bonito" o "mi padre (madre, tío, abuelo,etc, poner el que corresponda) se llamaba así", sino también aquellos diminutivos, apodos o nombres cariñosos que por circunstancias de la vida se van pegando a nosotros como una babosa.
Mención aparte merecen los pronombres posesivos con los que los demás nos designan, pues no solo somos X, somos "su hijo", "su hermano", "su amiga", "su amor. Mio, Tuyo, Nuestro... Ya lo decía el Principito, cuando una flor pasó a ser Su Rosa, y era única entre cinco mil:


El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:
-No son nada, ni en nada se parecen a Mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:
-Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que Mi rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es Mi rosa, en fin.


Nos definimos a través de los demás pues a pesar de que somos nosotros los que tenemos un nombre son los otros los que lo usan, le dan significado, lo promueven o lo corrompen, lo utilizan o lo olvidan. "Somos" porque somos para alguien, que nos llama por nuestro nombre.

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