miércoles, 31 de diciembre de 2008

De mis Festividades Favoritas: Nochevieja y Año Nuevo.

Inexorable. La palabra perfecta para definir el Tiempo. Porque el tiempo pasa, escurriéndose de nuestros dedos con envidiable tesón e increíble rapidez. A cada instante mueren miles de nuestras células, cientos de neuronas son destruidas para siempre, la vida fluye dentro de nosotros y a nuestro alrededor, al compás de un tiempo que transita entre un instante y otro, y entre ese y el siguiente; y así sucesivamente, eternamente, bordeando el infinito.
El Reloj, ese rústico mecanismo que utilizamos en el intento banal de objetivar el tiempo, fusila nuestros minutos sin que nos demos cuenta, hasta que un día te levantas a las puertas de un nuevo año y una inevitable sensación de pérdida se apodera de ti.
Se acaba el 2008 y a pesar de no haber sido uno de los mejores no puedo alegrarme porque termine. Instintivamente sé que junto con el año se acabarán muchas de las cosas que han venido con él y eso es así, y es inevitable, porque todo tiene un principio y un fin.
Pero queda un pequeño rayo de esperanza en el horizonte, un nuevo año empieza a perfilarse, tímido, sensible, acercándose en la madrugada, de puntillas, como un amante misterioso que esconde nuevas sensaciones y experiencias, cuya intención es seducirnos con la incertidumbre de no saber que sorpresas nos traerá.
Pero hay algo que sí sabemos y es precisamente lo que lo hace tan irresistible, pues entre sus dedos de prestidigitador nos deja intuir un nuevo comienzo, una oportunidad. Oportunidad para vivir, para aprovechar los momentos, para abrir los ojos y pisar con nuestros propios pies, para mirar hacia adelante y decidir que este año que empieza va a ser el principio de nuestra propia vida.
Porque a veces necesitamos otra oportunidad. A veces, una chica, necesita un nuevo día.


¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!

miércoles, 24 de diciembre de 2008

De mis Festividades Favoritas: Navidad

La Navidad es mi festividad predilecta por excelencia. Me encanta. Y la vivo con la alegría y los ojos de una niña que todavía se asombra con los prodigios que le trae la Nochebuena.
La navidad es hermosa y emocionante, llena de brillantes facetas y cálidos momentos, de pequeños tesoros que esperan con paciencia ser abiertos por los niños que todos seguimos siendo.
Es una época especial que nos permite compartir, sentir y emocionarnos. Momentos que robamos al destino para poder sentarnos con la familia, descubrir de nuevo las viejas sonrisas de los que amamos y ser conscientes de lo inmensamente afortunados que somos por poder hacerlo.
Para mí esta época es tantas cosas....adoro las luces en las calles y los escaparates, los adornos y el espumillón que decora mi casa, los villancicos de la infancia que me traen muchísimos recuerdos y los puestecillos navideños por los que es un placer pasear. Me gusta escoger regalos y envolverlos con papeles brillantes, esperando con ilusión la sonrisa de aquel que lo recibirá. No cambiaría por nada del mundo esos momentos especiales en los que hago rosquillas con mi Abuela Querida (yo la llamo así) o las risas de los míos en la sobremesa de la comida familiar. El poder desear un ¡Felices Fiestas! a los que te cruzas y hacerlo de corazón, porque deseas de verdad que sean felices, que se emocionen, que nada malo les suceda y que se sientan amados y queridos aunque sea sólo un instante.
La navidad en realidad es ese instante, una chispita de alegría que nos calienta el corazón, una extraña magia que nos envuelve y nos vuelve más emocionales, más humanos. Porque sí, hay Magia en la navidad, pero sólo la intuyen los que saben mirar, aquellos que se ilusionan y la disfrutan porque saben que algunos instantes no volverán.
A muchos no les gustan estas fiestas, han perdido la capacidad para sacar afuera ese niño ilusionado que soñaba con renos, caramelos y regalos y que llevaron dentro. Puede que hayan perdido a un ser querido, puede que les traiga recuerdos amargos de tiempos pasados, de lo que fueron y que ya no son; ya no está. Pero es un error mezclar nuestro dolor con algo tan bello como la navidad, porque nada ni nadie nos devolverá lo que hemos perdido.
Yo perdí a alguien muy querido y cercano en estas fechas, alguien que no volverá gracias a la irrevocabilidad que conlleva la muerte. Puedo llorar por ello, puedo derramar todas las lágrimas del mundo creando océanos de tristeza en los recovecos de mi alma, puedo sentirme terriblemente desgraciada, pequeña y sola al contemplar su silla vacía en navidad pero también puedo sonreír por haberlo tenido en mi vida, llevar el recuerdo feliz de su presencia en el corazón y comprender que estamos aquí sólo por un instante, que algunos vienen y otros se van, que la vida sigue y que la oscuridad dará paso a un nuevo día.
La Navidad es, pues, un buen momento para recordar que la luz nos sigue iluminando, y que el verdadero milagro navideño es que nuestro corazón aún puede vibrar con la promesa de que mañana seguiremos aquí.



Os deseo de Corazón

¡¡FELICES FIESTAS A TODOS!!!

domingo, 21 de diciembre de 2008

De las Incongruencias

En nuestras relaciones con los demás tendemos a hacer dos valoraciones primordiales y simultáneas: una general en la que establecemos quién es esa persona, qué es, que relevancia tiene para nosotros y que podemos esperar de ella. Paralelamente hacemos un análisis menor, en detalle, de lo que piensa, dice, actúa y siente.
Así pues, la valoración general, la idea que tenemos del otro, se irá modificando y estructurándose paulatinamente gracias a este segundo análisis, minucioso y en ocasiones inconsciente. A medida que avanzamos en la relación añadimos algunos datos, borramos otros, incrementamos la información, evolucionando y revolucionando sin descanso. En fin, encajando piezas.
Pero, ¿qué pasa cuando encontramos incongruencias? ¿Qué pasa cuando la actuación del otro, o incluso el discurso, presenta facetas inexplicables? ¿Qué ocurre cuando hay algunas piezas del puzzle que no encajan? ¿Qué hacemos cuando lo inexplicable es precisamente eso, inexplicable?
Porque, ¿cómo abordar lo que es una intuición, un dato descolocado, un vacío en la información que el otro nos proporciona, una brecha en nuestra comprensión?
¿Somos nosotros los que hemos hecho una mala inferencia de la situación, un razonamiento equivocado que nos ha llevado inevitablemente a la incongruencia o es el otro el que ha ocultado información o ha engañado nuestros sentidos?
Nos encontramos ante un dilema que acabará previsiblemente en una mala conclusión: o somos nosotros los equivocados o nos han engañado. En este último caso, además, deberemos tener en cuenta que en realidad ni la mentira es relevante ni el hecho grandilocuente y que tendemos a dramatizar de que nos mientan es trascendental, sino que lo que verdaderamente es significativo es el motivo de la mentira.
Se rompen, en cualquier caso, los diques de la confianza, de la amistad, del amor. Se cierran las compuertas de la sociabilidad, se prepara la artillería y con las defensas alzadas y el corazón en un puño nos sentamos a pensar una estrategia. Los más valientes se acorazan pertrechados tras el muro de la distancia, a caballo entre la desconfianza y la voluntad de recobrar lo perdido. Los cobardes abandonan.
Yo me niego a abandonar, a dejar el puzzle inacabado. Me niego a conformarme con no entender, a vivir en la ignorancia, porque toda incongruencia tiene un trasfondo, toda mentira un motivo, una historia, y ese hecho forma parte también de la otra persona. Una pieza más del rompecabezas que podemos incluir en la imagen que tenemos del otro y que nos impulsa a resolver el enigma, aunque esto nos lleve a derramar las lágrimas más amargas que existen: las de la traición.

viernes, 19 de diciembre de 2008

De "Songs of my Musical Universe":


KATIE MELUA - "Crawling up a Hill"


Every morning (a)bout half past eight,
My Mummer wakes me says,
"Don't be late",
Get to the office, tryin' to concentrate,
My life is just a slow train crawling up a hill.

So I stop one day to figure it out,
I'll quit my job without a shadow of a doubt,
To sing the blues that I know about,
My life is just a slow train crawling up a hill.

Minute after minute,
Second after second,
Hour after hour goes by,
Working for a rich girl,
Staying just a poor girl,
Never stop to wonder why.

So here I am in London town,
A better scene Iüm gonna be around,
The kind of music that won't bring me down,
My life is just a slow train crawling up a hill.

Every morning (a)bout half past eight,
My Mummer wakes me says, "Don't be late",
I get to the office, tryin' to concentrate,
My life is like a slow train crawling up a hill.

So I stop one day to figure it out,
I'll quit my job without a shadow of a doubt,
To sing the blues that I know about,
My life is just a slow train crawling up a hill.

Minute after minute,
Second after second,
Hour after hour goes by,
Working for a rich girl,
Staying just a poor girl,
Never stop to wonder why.

So here I am in London town,
A better scene I'm gonna be around,
The kind of music that won't bring me down,
Life is just a slow train.

So here I am in London town,
A better scene I'm gonna be around,
The kind of music that won't bring me down,
My life is just a slow train crawling up a hill

martes, 2 de diciembre de 2008

Del Amor y otros Demonios (I)

"Ay, Amor, perjuro falso traidor.
Enemigo de todo lo que no es mal;
desleal, al que tiene ley contigo,
falso amigo, al que te das por mayor;
Ay, Amor, perjuro, falso, traidor"

Si hay mil formas de amar, ¿por qué englobamos con un solo nombre los distintos tipos de amor? ¿Por qué sólo tenemos una palabra para un sentimiento tan complejo? Cierto que en nuestro vocabulario también encontramos el aprecio, el cariño, la pasión...incluso en otro orden (aunque no tan lejano) la lujuria y el deseo. Aun así son sólo vocablos para determinar la intensidad del sentimiento amatorio de manera muy rústica e indefinida, en cambio no tenemos palabras que determinen o especifiquen el tipo de carga emocional de la que se compone el Amor.
Si tenemos en cuenta que, por ejemplo, existen muchas más palabras para definir la tristeza (melancolía, aflicción, pesadumbre, nostalgia, pena, desconsuelo, amargura, etc.) poniendo a nuestra disposición un amplio abanico de expresiones que no solo mudan en intensidad sino en matices intrínsecos para ajustarse en lo posible a nuestro sentir, ¿significa esto que el ser humano conoce mejor este sentimiento?¿necesita más palabras para lidiar con la tristeza o tenemos tendencia a mitificar el amor, a quedarnos sin palabras (porque no las hay, porque no queremos que las haya) para definir lo que sentimos cuando el corazón y el pensamiento se nos llenan de otra persona?
Una vez que el cariño va un poco más allá lo convertimos automáticamente en Amor. Pim Pam. No nos paramos a pensar en la magnitud de lo que sentimos que se traducirá posteriormente en la duración, la relevancia y la veracidad de los sentimientos. No, no nos paramos a pensarlo.
Así un día nos levantamos y nos preguntamos "¿Qué es esto que siento?...es algo singular...un cariño especial...¿qué es?". Entonces buscamos en los procesos habituales de nuestra mente, no muy versada en estas lides porque ella está ahí para pensar sobre tangibilidades no sobre ilusiones perentorias que no figuran en su base de datos, así que nos dirigimos al corazón al que no conocemos de nada (no es un gran conversador) pero que nos palpita como un pajarito y canta la única canción que conoce, pues no tiene cerebro. Y llegamos a una conclusión..."Será Amor, entonces." Pues será. Y nos vamos tan contentos como un niño con zapatos nuevos...
Quizá sea mejor así, quizás la supervivencia del ser humano requiera que no tengamos demasiada visión al respecto, que nos enamoremos del Amor con mayúsculas, de la idea, de la palabra mágica que invoca remotas maravillas por descubrir, sensaciones de cuento y promesas de éxtasis. Ilusiones que se hacen realidad y sacan fuerzas de flaqueza, pasiones y esperanzas destiladas en un solo concepto que nos suena tan y tan bien...
Sí, quizás si pudiéramos baremar el Amor, si pudiéramos identificarlo con más precisión, anotando todas las variaciones, diferenciando las aristas; si pudiéramos calibrar las repercusiones, los niveles, midiendo los grados con la precisión de un tubo de ensayo e incluso infiriendo la categoría amorosa en la que nos circunscribe el ser amado posiblemente nos sentiríamos muy solos. Será mejor entonces vivir en la inopia, conviviendo con esta homogeneidad lingüística autoinducida con el fin de asegurarnos que el objeto de nuestros deseos sentirá (o dirá sentir) lo mismo que nosotros. Será Amor. Pues será.