jueves, 18 de junio de 2009

De irse. Y al llegar, marcharse.

Y volver a empezar desde el principio. Y tener que decidir que vas a hacer con tu vida. Y tener que tocar con las puntas de los dedos el punto más bajo de tu existencia, de tu agonía, para obtener la voluntad de moverte, para resurgir de entre tus cenizas. Y decidir que te levantarás, que te pondrás en pie sobre tus talones, que andarás de nuevo sobre el camino de baldosas amarillas para conseguir volver a casa, que volverás a construir todo lo que has visto destruido y volverás a empezar desde el principio.

Y irse. Y marcharse. Y volver. Y ganar. Porque esto....también pasará.

... Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando:
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostáljico...
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.

Juan Ramón Jiménez.