lunes, 29 de septiembre de 2008

De cómo nos influyen los demás

"Despertar en la otra persona un intenso deseo. Quien puede hacerlo tiene el mundo entero consigo. Quien no puede, marcha solo por el camino"


Hoy me gustaría hablar de un libro que leí tiempo atrás y que siempre he recordado con cariño porque supone un compendio de sabiduría sobre la influencia y la manera de tratar a los demás. Se trata de "Cómo ganar amigos e influir sobre las personas" de Dale Carnegie. Muchas personas opinarán que es un libro de autoayuda más, la típica psicología barata, obsoleta y estulta. Puede que no les falte razón, pues esta obra tiene más de treinta años y si lo leemos con atención, observaremos que ninguna de las estrategias ni ninguno de los postulados nos es desconocido. Todo el mundo sabe que una sonrisa puede abrirnos muchas puertas, que los humanos somos sensibles a la adulación y que nuestro nombre nos parece el sonido más dulce e importante. Es obvio, es sencillo y evidente, y aún así muchas veces olvidamos cómo comportarnos con los demás.
Este libro propone relacionarse desde el respeto y el interés genuino por el otro, algo que siempre parecemos despreciar cuando interaccionamos, entendiendo además que la influencia que se suscite en el proceso sea en bien de los intereses de ambas partes. Esta última idea puede parecer muy ingenua, dados los tiempos que corren, pues entraríamos a valorar la forma en que estos intereses se manifiestan, su magnitud, el perjuicio que ocasionan e incluso el conflicto que pueden generar, aún así, subyace la idea de que la convivencia entre intereses es factible, que depende por entero de las estrategias que escojamos y de lo que estemos dispuestos a dar al otro.
Uno de los capítulos que me parece más significativo es el dedicado a las discusiones, donde el autor establece que es imposible ganar una discusión, incluso a pesar de que el razonamiento que esgrimamos esté basado en algún método infalible y demostrable, ya que una discusión si se pierde, está perdida, pero si se gana también se pierde. ¿Por qué? porque el romper los argumentos del otro provoca un sentimiento de inferioridad en algún grado, heriremos su orgullo y nos dará la razón contra su voluntad. "Un hombre convencido contra su voluntad sigue siendo de la misma razón". Es un triunfo vacío, carente de significado.
El autor ejemplariza el texto con el siguiente epitafio:

"Yacen aquí los despojos de un pobre viajero.
Murió defendiendo su derecho de paso:
Razón le sobraba, estaba en lo cierto.
Más tan muerto está como si hubiera errado.

El libro propone que las diferencias de opinión solo se vencen gracias al tacto, la diplomacia, la conciliación y un sincero deseo de apreciar el punto de vista de los demás, teniendo en cuenta además que lo que llamamos razonamiento consiste siempre en encontrar argumentos para seguir creyendo lo que ya creemos.

Como he dicho, el autor no nos descubre nada nuevo, nada que no podamos dilucidar por nosotros mismos, pero siempre he sido de la opinión que nunca nos viene mal reevaluar todas nuestras formas de conducta, para descubrir en qué nos estamos equivocando, averiguar por qué a veces nuestra vida cotidiana se vuelve tan complicada, por qué las piezas no encajan y el mundo no nos comprende.

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