jueves, 6 de noviembre de 2008

De los Libros de Autoayuda.

Hoy en día la producción de libros catalogados como de autoayuda es impresionante, hay miles de ellos y de los más diversos temas y en cambio, a pesar de la ingente cantidad de material escrito, no tienen nada de novedoso. Todos estos libros de autoayuda repiten hasta la saciedad las cuatro frases manidas que, de pura lógica, pueden llegar a considerarse como fascinantes por su simplicidad y accesibilidad. Pero, en realidad, ¿ayudan los libros de autoayuda?.
Teniendo en cuenta que estos libros están escritos para un público universal, cómo se supone que van a ayudarle a uno, a un individuo en particular. El autor no nos conoce, no sabe en profundidad de qué adolecemos, no conoce la gravedad o particularidad de nuestro problema ni sabe nada de nuestra idiosincrasia, entonces...¿cómo presupone que nos será válida una solución general? ¿cómo puede llamar remedio a un método que en realidad no está adaptado al problema en cuestión puesto que lo desconoce en toda su extensión?; ¿Nos tenemos que conformar con esa solución general como si todos fuéramos ovejas idénticas, previsibles hasta el aburrimiento, robots del comportamiento?
Aceptando esta clase de textos estamos aceptando que somos como los demás y para más inri absurdamente idénticos a los otros, una masa indivisible etiquetada bajo un mismo cliché, partículas extraviadas de un mismo átomo. Y lo que es peor, que nuestro comportamiento al ser predecible, rígido y previsible no responde a nuestra voluntad individual en primer término sino a nuestra conciencia común y social, amén de que la moldeación de nuestra conducta es a la par terriblemente sencilla puesto que no nos pertenece libremente.
Dar por hecho que las variables que nos rigen son las mismas para todos implica que controlar al ser humano requiere, por lo tanto, el mismo esfuerzo que cortar mantequilla con un cuchillo, sólo hay que aprender a calentarlo.
Si valoramos nuestra individualidad, nuestro derecho (merecido o no) a ser ejemplares únicos producto de la variabilidad genética, con diferencias suficientes para distinguirnos del resto, no deberíamos aceptar como buenos dictámenes generales que intentan forzar nuestra conducta hacia un ideal utópico, general, costumbrista y discriminatorio.
Nos pasamos media vida intentando deshacernos de las cadenas esclavizantes de los demás para poder realizarnos como individuos intentando estructurar un criterio propio de pensamiento y conducta, entonces, ¿por qué aceptamos como válidos textos que nos dan una pauta de comportamiento que ni siquiera ha sido diseñada para nosotros?.

¡¡¡¿Qué diablos saben los libros de autoayuda sobre nosotros?!!!

No hay comentarios: