martes, 28 de octubre de 2008

De la Vida Misma (I). Desvarío.


Hoy he perdido algo, una ilusión, una pequeña caricia al corazón, lo he perdido por valorarme a mi misma, por ser siempre una superviviente, por estar por encima de las ruinas y la blanda tierra que se desmorona formando sinuosos dibujos bajo mis pies.
Y vi la tierra, cómo se arremolinaba a mi alrededor, cómo intentaba envolverme, engullirme hacia abajo, y no fui capaz de dejarme llevar, de cerrar los ojos y caer, sin saber si al otro lado habría alguien para asirme.
El pánico se apoderó de mí, un miedo cerval que en vez de paralizarme dió alas a mis pies para ponerse a salvo,
para salir del agujero sin fondo que lleva a lo desconocido, y me quedé mirando como caía la arena hacia abajo, absorbiendo la nada en su caída y no pude sino formular la pregunta, la maldita pregunta que inexorablemente cerró el círculo y me dejó fuera, a los pies de un agujero que ya no era tal, sino microscópicos granos de arena barridos por el aire.


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